Alcaraz en la guerra de las Comunidades

LitografiaBatalla_de_Villalar_

La Guerra de las Comunidades, cuyo V centenario se conmemora este año, constituyó en Europa la primera revuelta popular de la Edad Moderna.
La autoproclamación de Carlos en Flandes como rey de Castilla y el inicio de su aventura imperial, el confinamiento de la reina Juana en Tordesillas, el incremento de la presión fiscal o la llegada de un gran número de cargos extranjeros a la Corte de Castilla son el caldo de cultivo de una situación agravada por las tensiones internas del reino.

Así prende la mecha de la Guerra de las Comunidades de Castilla, que se apaga con la victoria de los realistas en la Batalla de Villalar, el 23 de abril de 1521, aunque quedara durante algunos meses un rescoldo en Toledo.


Las malas cosechas a consecuencia de la pertinaz sequía que provocaron hambre y ruina en el alfoz alcaraceño, agravado con nuevas exigencias tributarias y las peticiones del pago del servicio por parte de Carlos I, en las Cortes de Valladolid y La Coruña, para sufragar el coste de su candidatura imperial contribuyeron a que Alcaraz en sus inicios se negara a abonar nuevos impuestos.
La presión ejercida por el Corregidor afín al emperador, Francisco de Mendoza influyo en contra y el concejo no tuvo más remedio que mermar sus denostadas arcas y contribuir a la causa a favor del emperador con más de 100 caballeros y 500 hombres en varios contingentes comandados por Sancho Rodriguez o por la familia Guerrero que tras la contienda se convierten en el principal linaje de la ciudad.
Son muchos los documentos que alberga el Archivo Histórico de Alcaraz relacionados con esta contienda, tanto de reuniones del Concejo invocando a privilegios anteriores como llamadas para defender los muros de la ciudad estableciendo vigilancia.

Destacamos la carta de Adriano de Utrech que agradece al Concejo la lealtad y los múltiples servicios prestados a la corona. incluso el día 20 de febrero de 1522, desde Worms, Carlos I escribe a la ciudad agradeciendo todas sus muestras de lealtad y apoyo a la corona imperial apoyando posteriormente todos los privilegios de la misma.
Cinco años después el emperador entregaría en señorío Alcaraz a su esposa Isabel de Portugal.

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